18 Diciembre 2012

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Descripción del caso

Un paciente de 46 años acude a la consulta al presentar una lesión en el labio superior. Según refiere, la tiene, con mayor o menor intensidad, desde hace dos o tres años. Desde entonces, nunca ha llegado a desaparecer del todo. En determinadas temporadas, le produce escozor y dolor al mover los labios, sobre todo cuando se quedan secos.
Durante la exploración, se aprecia una fisura en el borde bermellón del labio superior, paralela a la línea media, de 1 cm de longitud con el fondo erosionado.
El paciente padece hipertensión arterial (amlodipino), hipercolesterolemia (Ezetrol®) y tiene antecedentes de ictus (Sintrom®). No fuma y carece de otras circunstancias sanitarias de interés.

Comentarios

La queilitis fisurada es un proceso relativamente frecuente y normalmente poco trascendente. Afecta a determinados pacientes en los que puede llegar a cronificarse y convertirse en un problema que, aunque poco importante, puede tener difícil solución.
Dentro de la patología labial, esta lesión se incluye en el grupo de las queilitis simples. Suele iniciarse por agentes de tipo físico: exposición excesiva al frío o el calor, sequedad, exceso de saliva sobre el borde bermellón, etc.
En las primeras fases, las queilitis fisuradas se caracterizan por una descamación de las capas más superficiales del epitelio del borde bermellón, lo que causa irritación.
En ocasiones, estas lesiones se cronifican y se perpetúan por mecanismos irritativos, tales como el propio movimiento labial. Se pueden llegar a producir fisuras más o menos profundas que evolucionan con escozor y dolor.
El tratamiento consiste en la eliminación de los posibles factores causales y la aplicación de cremas hidratantes o protectores labiales.
En el caso particular de nuestro paciente, parece que su bigote producía una irritación continua, que contribuía a perpetuar la lesión. Así, entre otras indicaciones, le recomendamos que se afeitara el bigote para que no tuviera contacto con esa zona.
Al cabo de una semana de tra­tamiento, la lesión había ci­ca­­trizado completamente.

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